jueves, septiembre 21, 2006

Conocer a Nietzsche 2

Se suele decir que a todo el mundo le gusta que le escuchen. Bueno, a mi parecer esto es precisable porque el escuchar no es suficiente. En realidad el escuchar no es más que el medio necesario, el requisito primero para conseguir lo que realmente satisface en la comunicación humana: ser entendidos. Podría decir, cuando alguien me entiende, me asume, establece una conexión conmigo de lo profundo de mí a lo profundo de él. Escuchar es sólo la predisposición fisiológica (equivalente a leer con atención) necesaria para que se produzca el fenómeno de la comunicación en toda su extensión. Es fácil: si me escuchas pero no me entiendes, me quedo con tu buena disposición a querer entenderme, con tu querer acercarte a mí. Luego está la otra parte, y es que la persona que comunica debe saber hacerse entender, debe saber facilitar las cosas para que su interlocutor entienda lo que dice. Aunque si bien es necesario hacerse entender, sin embargo los esfuerzos empleados en simplificar, o aclarar lo que se expresa gastan la energía necesaria en producir por ejemplo un discurso, una exposición a la altura de lo que se es capaz. La vida es compleja y es un error antiguo el intentar simplificarla.

Sin pretender evocar clásicas concepciones antropológicas que idealizan e incluso divinizan lo profundo, digamos lo espiritual del ser humano restándole importancia a lo que sería más externo, más superficial, digamos el cuerpo, sin embargo, entiendo que todos tenemos un núcleo. No me refiero a un dentro distinguible de un afuera sino a que de todo lo que una persona expresa hay cosas que son banales y no dicen nada de ella y hay otras cosas fundamentales, totalmente significativas que expresan la singularidad de esa persona, cómo es o en qué momento vital se encuentra. Esas expresiones constituyen el núcleo y su comunicación es difícil pero exquisita. Y es difícil en dos sentidos: ni es fácil de expresar ni es fácil de entender. Pues bien, esta dificultad es el sentido que para mí tiene la soledad. El núcleo de una persona es aquello que expresa su singularidad, lo suyo propio que lo distingue de los demás, puede ser una emoción, una manera de pensar, una manera de sentir o toda una teoría filosófica. Cuando el núcleo es grande, la soledad se vive de forma intensa y para aliviarla es necesario la comunicabilidad de lo más íntimo de uno.

Bueno, esta es mi forma de entender la popular soledad de Nietzsche, por ejemplo. No creo que la soledad de Nietzsche haya que buscarla en su profundo desprecio por lo gregario de lo humano, por lo humano en sí, ni que se pueda entender como una voluntad de estar solo por un rechazo profundo hacia sus semejantes. Mi lectura del caso es que Nietzsche vivía solo como cualquier genio en su tiempo, porque lo que producía era enorme y sin embargo no llegaba prácticamente a nadie. No se le entendía.
Por supuesto su soledad no era absoluta, tenía algunos amigos con los que conversaba y se carteaba, y una madre y una hermana que lo cuidó en su enfermedad hasta el final pero nadie se acercaba a captarlo en su fenomenal singularidad.

Pero el dato más importante que ratifica esta hipótesis de solo por imposibilidad, es que a sus 38 años, un amigo suyo Paul Rée, le presenta a una joven estudiosa y muy inteligente que se llamaba Lou von Salomé, que contaba con 21 años, y descubre que maravillosamente cuando ella le escuchaba, ¡le entendía!. Yo creo que no hay nada más alegre. Era la primera vez que sintió que alguien le entendía. Esto fue lo que le escribió a ella en una carta: “Por aquel entonces, en Orta, concebí la idea de guiarla paso a paso a través de mi filosofía, hasta las últimas consecuencias; a usted, la primera persona que consideré apta para tal cometido”. En seguida hicieron planes de estudio juntos. Nietzsche se enamoró y le pidió matrimonio, sin embargo ella lo rechazó y esto pasó varias veces. Aun así su relación no quedó en vano y fruto intelectual de esta relación es un bonito libro que ella escribió y publicó pocos años antes de que Nietzsche muriera cuyo título es Friedrich Nietzsche en sus obras y que aquí recomiendo.

Obviamente, para que Nietzsche pudiera gestar su filosofía fue necesaria su radical soledad. El emplear todos tus esfuerzos en hacerte entender siempre impide crecer. Por lo tanto sólo quien es atrevido y capaz de asumir su soledad es capaz también de crecer e iluminar con una estrella siempre más brillante. Pero creo también, como Nietzsche creo que cree, en la belleza de poder compartir lo singular, lo tremendo, lo impetuoso de la vida que se expresa en cada uno.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

...te "escucho"... entiendo, creo, lo que quieres decir... lo que no acabo de entender, y ya me ha pasado en otras ocasiones es... cómo, por qué te gusta Nietzsche?? No lo pregunto con mala intención, ni siquiera para que me respondas... me surge esta pregunta cada vez que coincido con alguno de aquellos viejos amigos estudiantes de filosofía que, de tanto en tanto, me hablaban de temas parecidos a este... Ya, lo sé... y por qué coño a mi me gusta el teatro griego, podrías preguntar...

Anónimo dijo...

...y al margen del comentario anterior, claro... una putada, hablar el mismo idioma que el resto y que nadie, nadie entienda un carajo de todo lo que estás diciendo...